sábado, 2 de mayo de 2009

Primavera con una esquina rota

Y buscando con cautela pero con cierta ansia por tenerlo entre mis manos, recorrí la feria del libro -una vez más- y fue en el momento clave, cuando ya me iba, en una paraeta en la que ni siquiera me había fijado, debajo de unos cuantos libros más del mismo autor, cuando di con él. Lo encontré y él me encontró a mí. Era el único ejemplar que traía esta librería madrileña -del barrio de las letras- (No es que sea un libro imposible de encontrar, pero mi mala suerte lo hacía complicado).

Ahora ya es mío, he empezado a leerlo.
Lo reconozco, cuando me lo describieron sabía que iba a encantarme, y así ha sido. No me ha decepcionado.
Quizá no sea el más conocido de M. Benedetti, pero a mi me ha enamorado -con algo menos de poesía que de costumbre pero con letra firme- nuevamente.

"Lo esencial es adaptarse. Ya sé que a esta edad es difícil. Casi imposible. Y sin embargo. Después de todo, mi exilio es mío. No todos tienen un exilio propio. A mí quisieron encajarme uno ajeno. Vano intento. Lo convertí en mío. ¿Cómo fue? Eso no importa. No es un secreto ni una revelación. Yo diría que hay que empezar a apoderarse de las calles. De las esquinas. Del cielo. De los cafés. Del sol, y lo que es más importante, de la sombra. Cuando uno llega a percibir que una calle no le es extranjera, sólo entonces la calle deja de mirarlo a uno como a un extraño. Y así con todo. Al principio yo andaba con un bastón, como quizá corresponda a mis sesenta y siete años. Pero no era cosa de la edad. Era una consecuencia del desaliento. Allá, siempre había hecho el mismo camino para volver a casa. Y aquí echaba eso de menos. La gente no comprende ese tipo de nostalgia. Creen que la nostalgia sólo tiene que ver con cielos y árboles y mujeres. A lo sumo, con militancia política. La patria, en fin. Pero yo siempre tuve nostalgias más grises, más opacas. Por ejemplo, ésa. El camino de vuelta a casa."
El libro trata sobre la historia de la transición política de los 70 en Uruguay. Está escrito en forma de cartas que el personaje central manda desde la cárcel a su mujer y le pregunta por los diferentes actores que hay en la historia.
Sobra decir que Benedetti y su manera de escribir son diferentes.
“Después de estos cinco años de invierno nadie me va a robar la primavera”.

6 comentarios:

  1. Usted, verdadera oyente, esperando esa estación del año que la alude en su mayor vigor y hermosura..
    Después de buscar y buscar (puedo imaginar-la en su forma más espontánea), esa obra literaria deseada era para ti y ahora ya duerme sosegada en la estantería de su habitación o probablemente en el bolsillo de alguno de sus tantos conocidos jajaja.
    Sus historias en este blog también son para ser buscadas y encontradas: ¡un gran placer leer todos sus escritos!.

    ResponderEliminar
  2. a veces me siento justo como la ultima frase,es curioso, no me gusta ser egoista teniendo consciencia de ello, pero a veces no me queda otra.
    Me alegro de que encontraras el libro^^
    Gracias por lo del vestido!!

    ResponderEliminar
  3. Tengo que leerlo! Gracias por esta aportación! A mí me pasó algo parecido el pasado día del libro... Muchísimo tiempo buscando un libro, y de repente, al comprar otro me regalaron un paquetito de regalo y resultó ser el que realmente yo quería... Casualidades de la vida! Saludos!

    ResponderEliminar
  4. :) Me ha encantado la frase final, de verdad. Tendré que leer más a Benedetti, ya que sólo he leído de él muchos fragmentos sueltos.

    Yo ahora ando leyendo un libro que me regaló mi madre para Sant Jordi, se titula Natalia (como mi nombre). Se ve que mi madre no se pudo resistir, lo vió en un puesto de segunda mano y se dijo que era para mi. La verdad es que me está sorprendiendo muchisimo. Cuando lo acabe pondre alguna reseña en el blog.

    Un besito, y a tope, que tu también estarás en la recta final más o menos!!

    ResponderEliminar
  5. Nos ha dejado... :(

    Un beso, bonita.

    ResponderEliminar
  6. Es normal... te puedo decir que te entiendo perfectamente. Tuve la (inmensa) suerte, de que nunca se me murió ningún familiar o conocido muy cercano. Pero la semana pasada, cuando murió Antonio Vega, yo sentí lo mismo que tú. Alguien que te llega tan dentro, ya sea por poesia o por musica, no debería irse así como así...

    ResponderEliminar