Y cuantas veces queremos -incluso necesitamos- decir y decir,
que estaríamos semanas enteras hablando y explicándonos, y cuando tenemos la ocasión balbuceamos con miedo -teniendo suerte si conseguimos pronunciar la primera sílaba de una larga pero inexistente conversación-.
Sigo sin saber a qué se debe éste comportamiento, no encuentro las palabras, parece que las he perdido, como cuando se pierde la razón...
Deseo ser una oyente con voz, pero me faltan las palabras.