domingo, 17 de mayo de 2009

Hoy quiero gritar

A veces, desearía chillar tanto, que no pudiese escucharme nadie…
Y sin embargo… callada, de nuevo, bajo la mirada, me vuelvo a mi sitio. Callada.
Algunos dicen que es como mejor se está, otros que son incapaces de quedarse en silencio.
Yo sigo callada.

Hoy quisiera poder chillar, es día de hablar en alto, de gritar hasta que duela la garganta.
Sin embargo, callada, de nuevo. Callada y cansada.
Vuelvo a mi sitio.
¿Por qué nos costará tanto decir las cosas con claridad? Es más sencillo permanecer callados, -siempre con temor a algo o a alguien-… pero a mí me gustaría chillar y dejar claro que no pienso como tú, ni como ellos.


-Quizá sobran los porqués entre dos personas que comparten poco más que diálogos-.


Hoy quisiera gritar para que no me oyese nadie.
Hoy quisiera gritar y que sólo me escuchases.


[Tú y yo sabemos que aunque no chille con la voz, dejándome la garganta, lo hago con los ojos, dejándome algo más que la mirada.]

sábado, 2 de mayo de 2009

Primavera con una esquina rota

Y buscando con cautela pero con cierta ansia por tenerlo entre mis manos, recorrí la feria del libro -una vez más- y fue en el momento clave, cuando ya me iba, en una paraeta en la que ni siquiera me había fijado, debajo de unos cuantos libros más del mismo autor, cuando di con él. Lo encontré y él me encontró a mí. Era el único ejemplar que traía esta librería madrileña -del barrio de las letras- (No es que sea un libro imposible de encontrar, pero mi mala suerte lo hacía complicado).

Ahora ya es mío, he empezado a leerlo.
Lo reconozco, cuando me lo describieron sabía que iba a encantarme, y así ha sido. No me ha decepcionado.
Quizá no sea el más conocido de M. Benedetti, pero a mi me ha enamorado -con algo menos de poesía que de costumbre pero con letra firme- nuevamente.

"Lo esencial es adaptarse. Ya sé que a esta edad es difícil. Casi imposible. Y sin embargo. Después de todo, mi exilio es mío. No todos tienen un exilio propio. A mí quisieron encajarme uno ajeno. Vano intento. Lo convertí en mío. ¿Cómo fue? Eso no importa. No es un secreto ni una revelación. Yo diría que hay que empezar a apoderarse de las calles. De las esquinas. Del cielo. De los cafés. Del sol, y lo que es más importante, de la sombra. Cuando uno llega a percibir que una calle no le es extranjera, sólo entonces la calle deja de mirarlo a uno como a un extraño. Y así con todo. Al principio yo andaba con un bastón, como quizá corresponda a mis sesenta y siete años. Pero no era cosa de la edad. Era una consecuencia del desaliento. Allá, siempre había hecho el mismo camino para volver a casa. Y aquí echaba eso de menos. La gente no comprende ese tipo de nostalgia. Creen que la nostalgia sólo tiene que ver con cielos y árboles y mujeres. A lo sumo, con militancia política. La patria, en fin. Pero yo siempre tuve nostalgias más grises, más opacas. Por ejemplo, ésa. El camino de vuelta a casa."
El libro trata sobre la historia de la transición política de los 70 en Uruguay. Está escrito en forma de cartas que el personaje central manda desde la cárcel a su mujer y le pregunta por los diferentes actores que hay en la historia.
Sobra decir que Benedetti y su manera de escribir son diferentes.
“Después de estos cinco años de invierno nadie me va a robar la primavera”.